No sé qué delirios de grandeza o de persecución tendrá el gobierno que nos dirige hasta el año que viene (y que está buscando una «prorroguita»), pero lo de ayer en la Bienal Nacional de Artes Visuales fue completamente huérfano. (ver mis fotos en Flickr aquí)
Es más, el tener que mojarme los pies para poder entrar me hizo extrañar los últimos 10 años de Balaguer, que podría ser todo lo desgraciado y abusador que quisiera, pero no se metía con las artes (así hubiese un busto suyo a la entrada del Museo) ni se le ocurría asistir a los actos de apertura de la Bienal o de ningún otro evento cultural (ni siquiera la Feria del Libro), haciendo aguaje de intelectual… cuanto mucho mandaba a la titular de Educación de turno.
Para empezar, un cerco a través de todo el jardín frontal (como nunca lo había habido) del Museo de Arte Moderno para obligar a los asistentes a entrar por el frente para ser revisados (casi violados) por un personal de los ayudantes militares del presidente. Me pregunto si es que alguien se excita sexualmente sabiendo que todos los que estábamos ahí dentro tuvimos que ser revisados de esa forma (¡minimo!)
Si a esto le agregamos la lluvia que caía a borbotones sobre la Ciudad Primada de América y los charcos que se formaron justo debajo de la carpa, obtendremos una muy mojada audiencia, que ni oyó los largos discursos de la directora del Museo y el secretario de Cultura, ni le prestó mucha atención a las «formalidades de rigor», salvo por la entrega del reconocimiento a Soucy de Pellerano y los premios.
Como siempre, los personajes más solicitados fueron los mozos, que trataron de apagarnos el calor a golpe de fruit punch, vino tinto y blanco (muy bueno, por cierto). Los cuadros, instalaciones y creaciones que fueron colocadas por capricho de los curadores en el segundo piso tuvieron que esperar a que su majestad el emperador del Estado Libre Asociado de Hispaniola posara sus ojos en privado sobre ellas para que «la plebe» pudiese acceder a disfrutarlas.
Ahora mismo, mientras escribo estas letras, estoy fantaseando con la reacción que Leonel habrá tenido cuando se encontró con «Yipetocracia», la composición del Colectivo Shampoo. ¿O tal vez su avanzada habrá preferido no enseñársela? (Los que vayan a la bienal me entenderán)
No pude darme mi vuelta con detenimiento, pero me gustaron muchas de las obras que se premiaron. Ahora mismo puedo mencionar a Elvin Díaz y su «Túnel ecoplasmático» y a Miguel Ángel Ramírez con «Copernico y las Estrellas». También la escultura «¿A raíz de qué?», de Miguelina Rivera, está muy bien lograda.
Lo que sí no me llamó mucho fue la ganadora del gran premio, de Juan Mayí. Pero respeto la decisión del jurado.
Y nada, para finalizar este bureito por el Museo, quiero rendir homenaje a los que siempre tienen que sufrir las «ocurrencias» del presidente: ¡mis colegas periodistas que cubren las incidencias de Palacio! Aquí alcancé a ver a Wellington Carpio y a Nestor Medrano.
Catarsis Catarsis.
«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».
ale y hasta que hora es que dejan entrar gente… tu sabes que yo salgo a las seis… ayer estaba justamente pensando en eso.
Dizque se armó un pleito y toda la vaina.
Un amigo mio me invitó pero la lluvia me hizo devolverme, además, con lo mal que me cae «Su Realísima, Excelsa y nunca bien ponderada Majestad» lo mejor que hice fue quedarme.
Yde… no me sé bien el horario, aunque sé que los días que hayan actividades, terminarán a las 10. Pero por lo general, el museo abre hasta las 6.
Orlando, a mí eso del pleito me huele a performance y a publicidad viral. Pero ya confirmaremos qué tal eso.
Estuve a punto de ir pero la lluvia me detuvo pero fue lo mejor, siempre me he encontrado con problemas en lo que su realísima (ya sea él o su jefa) no me aguanto la boca y mandó pal carajo a medio mundo, en un momento casí me cuesta mi trabajo….
Estuve a punto de ir, pero la lluvia no me dejó… pero fue mejor así, regularmente tengo problema siempre con la avanzada de la «primera pareja» de la república… termino mandando al carajo a todo el mundo porque no me controlo la boca y el último inconveniente que tuve casi me cuesta el trabajo…
me imagino el calorazo que había ahí. aprende de mí: húyele a las inauguraciones que tengan lo mínino que ver con el tinglado oficialista. como el diablo a la cruz húyeles.