La lacrimógena y yo

Los lÃos del otro dÃa. Foto de Adriano Rosario

 
La fecha la ignoro. Era un día cualquiera en la Primada de América, y yo debía de tener alrededor de 19 años. El autor de mis días se desempeñaba como director de los cursos de educación continua de la facultad de Economía y yo, como no tenía nada que hacer, veía mis mañanas pasar haciendo asistencia «ad-honorem» (entiéndase, sin ver un chele) en la oficina.Eran los aciagos días de la rectoría de Miguel Rosado, aquel rector que pretendió desbaratar la universidad para luego hacer honor a su lema de «levantarla». El sol brillaba en lo más alto del cielo, como si ignorara que el calendario había sido marcado para otra de las confrontaciones que creíamos abandonadas hace mucho.

Sigue leyendo