Si hay una persona en el mundo que admiro y que puedo señalar como principal influencia en muchas de mis acciones de mi diario vivir, ese es Claudio Rivera. El mismo que me enseñó el chin que sé sobre teatro y artes escénicas cuando me dirigió en el Teatro Proyección de INTEC y luego en Guloya, el grupo que ya lleva más de tres lustros junto a Viena.
Claudio, de quien aprendí que nadie más que uno es responsable por sus actos y que los sueños deben perseguirse pese a todo, está embarcándose con el montaje más internacional de Guloya -«Bochinche»- hacia un nuevo festival internacional de Teatro, esta vez en Colombia.