nous aurons toujours la mer

La poesía nos salva,
nos mata y nos revive,
transforma y libera.
La poesía es el mar,
y el mar es el eco
de una respiración amada.

Una brisa arrullante tienta a no querer asumirte en vertical y a mantener cerrados los ojos todo el tiempo. La finura de la arena convierte en obligada la comparación con otros referentes más al norte. El guiño del cuarto creciente colgando proyectado sobre la pantalla del horizonte oscuro y sombrío, combinado con un archipiélago de estrellas cuyo fulgor perece con torturadora lentitud en el preciso lugar donde la tierra descubre su final.

Las tenues luces artificiales apenas sugieren los contornos de este desvelo a voluntad. Moldura perfecta para encajar aquellos pensamientos que se acumulan en una caravana en búsqueda de la libertad tras la diminuta puerta de salida y que, sin querer, quiebran un silencio reclamado por unas reflexiones vecinas. El instante de los silencios acompañados. La alegría sintética de esta soledad conjunta, nunca antes tan ansiada.

Le mer... Insomnios del alcohol y café que danzan con la brisa. Nostalgia que mana libremente a través de los poros. Cúmulo de sentimientos, como cuentas de esta fina arena perfumada por la sal. Las evocaciones del oleaje unos metros frente a tí, acometiendo con furia contra la playa. Historias que se deconstruyen y entrecruzan frente a la sombría inmensidad sin fondo, sedienta de naufragar entre pasiones que eternicen el instante.

Líneas paralelas alrededor, apuntando al infinito, cual gigantescos paréntesis que enmarcan una acuarela nocturna  junto al sempiterno jugueteo del agua y la dorada planicie que me sirve de lecho para construir una postal que le dé fortaleza a nuevos recuerdos a los cuales aferrarse.

Allí está, haciéndose notar con furia, esa justificación poética de profundidad y democracia -diría Guillén- y aquí estoy yo, desandando y borrando con la mano derecha los trazos de mi pié izquierdo… dejándome seducir nueva vez por el eco de una respiración apenas audible que se origina a pocos centímetros, en preparación de las nostalgias por nacer.

Catarsis, catarsis…