Viernes cualquiera de mayo 1998. Un joven -y recién ingresado- estudiante de ingeniería de Sistemas del INTEC se dejaba caer por la sala de estudios de la biblioteca, buscando el Círculo Literario de la universidad. Se introduce y la coordinadora le comenta: «En este trimestre estamos trabajando literatura puertorriqueña… conoces algún escritor de Puerto Rico?»
Segundos de silencio. Es obvio que el interpelado está hurgando entre su lista de autores conocidos a ver si ubica alguno que coincida con la isla del Encanto, pero sus divagaciones son cortadas casi con precisión de cuchillo cuando le dicen: «ok, ninguno… igual que todos los demás. siéntate».
La coordinadora era Ida Hernández Caamaño. El joven estudiante (ya me imagino que sabrán) era yo. Justo en ese momento se estaban leyendo algunos párrafos de «Pasión de historia… y otras historias de pasión», de Ana Lydia Vega. Yo caí rendido ante una narrativa tan suya, tan… que yo podía sentir como si la estuviésemos compartiendo en ese momento, con un café al lado. «Todo el mundo está en divorcio o en proceso de. Menos nosotros…».
Luego vino «Encancaranublado», el libro que le mereció premio en Casa las Américas. Un canto de amor hacia las Antillas, con un latir hostosiano retumbando en cada página. Imposible no «aficearse» de su voz, de su caribeñismo rampante.
Desde ese momento la señalé como «mi principal influencia», y empecé como loco a buscar información sobre ella en Internet (no es mucho lo que he encontrado, principalmente artículos que escribía para El Nuevo Día y que luego fueron compilados en «Mirada de doble filo», libro que -por cierto- fue una de mis adquisiciones literarias cuando fui a Puerto Rico, pero esa es materia de otra historia). Uno de los textos que pude encontrar -y que me encantó- fue Pollito Chicken, donde trabaja en el código combinado del spanglish.
En cada Feria del Libro buscaba su nombre en los stands de editoras puertorriqueñas. En la del 2002 tuve suerte y me hice así con «Esperando a Loló y otros delirios generacionales» y «Falsas crónicas del sur». Al año siguiente, Borikén fue el país invitado de honor a la Feria y esperé verla en la lista de invitados internacionales. La respuesta? «No la trajimos porque ella ya había venido en ediciones anteriores» (imagínense ustedes la rabia).
Para colmo, su sello editorial (Ediciones de la UPR) había traido EXACTAMENTE los mismos 2 libros que yo había comprado el año anterior. Y ninguna otra editora puertorriqueña tenía nada suyo (ni «Vírgenes y mártires» ni los demás).
Por qué les cuento esta historia? Porque hoy, el PEN Club de Puerto Rico honrará a Ana Lydia Vega como «Escritora Distinguida 2009«, ocasión en la cual ella intervendrá con una serie de reflexiones que ha venido en titular «La Cofradía de las Plumas Libres». El nombre no parece quedar mejor en estos tiempos de neo-mordaza que las autoridades educativas puertorriqueñas quieren imponer a la literatura con el clásico clitché de «proteger a los niños y jóvenes».
Yo lamento no poder estar allí. Ya le he dicho a Ana María que le manifieste mis más sinceras felicidades y la más profunda admiración desde República Dominicana de alguien que empezó a amar a Puerto Rico a través de sus palabras. Me consuela, al menos, el hecho de saber que, en mi participación en «Entre mares…», en febrero pasado, yo manifesté públicamente este sentimiento de admiración (aunque lamento que no pudimos llevarla para conocerla).
Así que hoy esta Catarsis (y su autor) se visten de alegría y fiesta, rindiendo tributo a una mujer que ha sabido interpretar el Caribe entre sus párrafos y que ha sabido radiografiar con una precisión casi maravillosa la coincidencia del mar que nos une a todos.
Gracias Ana Lydia. Gracias por tus letras y por tus opiniones. Por permitirme a mí identificarme contigo.
Catarsis, catarsis.
«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».
Me gustaron estas reflexiones. También te invito a pensar en Mayra Montero. Es cubana, pero también es puertorriqueña y escribe un lenguaje caribeño que nos retrata a todos (sí, a todos, incluyendo a República Dominicana y al vecino Haití como esa maravillosa novela: La trenza de la hermosa luna»).
Un abrazo
Panky C.
Muy buen post. Espero verte proximamente por mi espacio.
Hasta entonces.
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Muy Bueno, lament no haber encontrado lo que queria (la historia de Pasion de historia) pero muy buen atributo.
Albert
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