La Negra, inmortal

 

Mercedes, quien estuvo en la isla en aquella jornada tan bien recordada y difícil de repetir de “Siete días con el pueblo”, supo acompañar mi tortuoso y difícil trayecto del fin de la adolescencia a la joven-adultez, si podemos llamarlo de alguna forma. Gracias a la colección de CD´s de mi papá, empecé a descubrir un mundo lleno de cigarras, caritos, mazas y -sobre todo- canciones.
En «Y dale alegria a mi corazón…«, Diciembre 2006.

La noticia de su gravedad hizo que mis emociones se paralizaran. Y despertarme ayer con lo inevitable me provocó una repentina tristeza. Tristeza porque, aunque uno sabe del irremediable trayecto de la vida hacia la muerte, ella sigue doliendo. Porque La Negra hoy no está y su potente vozarrón sólo retumbará en el recuerdo. Porque desde ayer no te tenemos entre nosotros y eso convierte al mundo en un lugar un poco más triste. No te olvidaremos jamás. Hasta pronto, Mercedes Sosa.

Altas y bajas, en idolos latinos

Y esta es mi valoración. Lo del pasado sábado 3 de octubre en el Estadio Olímpico tuvo sus altas y bajas. Altas en cuanto a la entrega de los 5 exponentes que se entregaron a las más de 30 mil almas congregadas allí (el número es una aproximación mìa, pero está claro que el estadio se llenó, whatever the hell that means for) durante las más de 4 horas que duró todo el concierto (no sé el número exacto, me fui cuando el cangri iba por la tercera canción, y ya para ese momento el reloj marcaba las 2 de la mañana). Bajas en cuanto a fallas bien serias respecto a la logística y la seguridad, que debieron ser previstas por el equipo de EME Producciones y Brahma Light (los patrocinadores principales) y que han provocado esta avalancha de quejas de un público «acostumbrado» a grandes eventos en el aforo más grande de nuestro país.

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