No soy borrego.
No soy «influenciable».
Creo en el poder transformador que nos es particular a los seres humanos, hombres y mujeres.
Creo en que el pueblo organizado es poder, y logra las transformaciones que quiere y necesita cuando se organiza.
Por eso estoy organizado. Por eso pertenezco a una organización revolucionaria.
Por eso apoyo las iniciativas que vienen del pueblo, independientemente de que algunos politiqueros y «figuras» pretendan hacer vitilla con el interés popular. Ellos son pocos. El pueblo no puede dejarse amilanar porque se «popularice» una lucha.
La lucha que nos convoca es la de una mejor educación. El cumplimiento de la ley. La aplicación correcta del Plan Decenal. Una educación con valores y sentido crítico, que no nos mienta, que no nos convierta en «carne de cañón». Sin textos de historias sociales que se callen la historia de lucha dominicana y «suavicen» figuras históricas porque no convienen al status quo.
Una educación que incremente la competitividad de nuestro país, para que hayan mejores salarios e incluso mayor inversión extranjera (de la que tanto le gusta hablar al presidente) en lugar de la mano de obra barata.
Por eso el lunes estaré de amarillo. Todo el día. En recordación de una lucha que inició la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) hace un buen tiempo y que ha encontrado eco en la sociedad. Que se ha colocado como tema de agenda (gracias Leonel por decir que era un debate absurdo) y que no debe detenerse en el mero reclamo del 4%. La lucha continua.
Nos vemos en las esquinas.
Catarsis, catarsis.
«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».
Ya. Todo fue un éxito, ahora, ¿valdría de algo?, ¿será escuchado nuestro reclamo? Todo será cuestión de esperar lo que decida «leo» y su crápula política que dirige nuestros destinos.