Premiado por la Alianza Cibaeña

Diez y media. No es ni muy tarde ni muy temprano, que va. Honestamente ya estoy jarto de inaugurar conciertos y de andar solitario por los callejones como una neurona en el cerebro de una megadiva. Así que me detengo unos cuantos minutos más, dándome tijera frente al espejo, en los pocos segundos de vanidad masculina diaria que debe otorgarse todo macho que se respeta. (Fragmento de «En Espiral», cuento que inicia el compilado «Los peces del subsuelo»).

Confieso que he titubeado para escribir el título de este post. Mucho más para empezar a escribir. Este espacio quiere ser un agradecimiento a mucha gente que se ha convertido en la suma de lo que soy. Ayer, mientras improvisaba algunas palabras para agradecer el Premio de Cuento del XIII Concurso Literario de la Alianza Cibaeña, inicié con varias personas que han contribuido con mi…ahem… carrera literaria, y quiero compartir con ellos y con muchos más este primer lauro (y tenía que ser en Santiago!)

Por eso este premio es de ustedes. Papi, Mami, Romy Bayo, AnaMa, Jaquie, Maricha, Paolat, Bellita, Madzia, Zule, Claudio Rivera, Taty Hernández, Claudio Cohén, Li, Daniela, Grisbel, Gea, Andy, Leymarie (el corillo preurbanero et allis), mis compas en Justicia Global… a todas y todos quienes han creído en mí y que están brincando junto conmigo luego de que ayer, después de la «mortificación» a la que me sometió Johnny Guerrero (presidente de la Alianza) desde el lunes (me hizo viajar a Santiago sin confirmarme el premio) todo ha pasado a convertirse en una gran alegría.

Me siento también feliz de saber que el jurado lo escogió a unanimidad. Máxime cuando estoy consciente del peso de cada uno de sus miembros: Luis Martín Gómez, Manuel Llibre Otero y Rosa Julia Vargas.

Gracias. Gracias. Estoy feliz. Catarsis, catarsis.