Ayer, caminando por la calle Doctor Báez, en Gascue (algunos lo llaman Gazcue, yo prefiero usar la s) me sorprendí al ver un letrero de «SE VENDE» en la residencia donde anteriormente se encontraba la Galería en Santo Domingo del artista plástico Cándido Bidó (para mí uno de los pilares de la «santísima trinidad» del arte dominicano, completada por Guillo Pérez y Silvano Lora).
El letrero me agarró de sorpresa pues no me imaginé que esa casa, convertida ya en pieza artística gracias a los mosaicos del propio Bidó y de Cristian Tiburcio (este último en homenaje a Bidó luego de su fallecimiento en 2011) pudiese correr el riesgo de ser eliminada. Más aún, la casa cuenta con una tarja del ministerio de Cultura reconociendo la casa como espacio de trabajo de Bidó y llamándolo «Gloria Nacional del Arte».
Me asaltó la duda respecto a si esto podía ser una broma. No lo es. Fui a la página web de la agencia de bienes raices que vende la casa y unos cuantos clicks después llegué a la sección donde hay más información al respecto. Su precio es $340 mil dólares. Si lo traducimos al 41×1, tendremos que son RD$13 millones 940 mil pesos.
Lo que más me asustó fue leer «DISPONIBLE PARA CASA O SOLAR (OPCIONAL)». En otras palabras, que no importa que la construcción cuente con dos murales, esta puede ser destruida a opción del comprador. (tengo disponible esa información pero no coloco el enlace porque la intención de este artículo NO ES darle promoción a los vendedores)
Entonces, aquí va el reto para el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Defensa (Bidó era asimilado de la Fuerza Aérea Dominicana) y la vicepresidencia de la República (con cuya titular Bidó colaboró mucho mientras era Primera Dama): ¿Qué tal si entre las tres compran el edificio y crean un Centro Cultural para la proyección de las artes visuales en el centro de la ciudad?
El espacio tiene una serie de ventajas, incluyendo el estar localizado en Gazcue, un sector histórico cuya vinculación con las artes data desde hace mucho tiempo. Súmenle a eso que puede funcionar perfectamente para que los proyectos de las Escuelas Libres del Ministerio de Cultura y Progresando de la Vicepresidencia tengan un espacio donde mostrar lo que han estado haciendo y tenerlo geográficamente más cercano a un público interesado.
Más aún, se puede integrar una tienda de «Manos Dominicanas», proyecto de la Vicepresidencia, ahí, e implementar un bar con un programa semanal de actividades (conciertos, recitales, conversatorios) para fomentar el sitio y crear un público que lo apoye (además de ayudar a cubrir costos).
Ahí está el reto: en salvar un espacio que, en otras condiciones JAMAS hubiese tenido ese humillante letrero de «SE VENDE». Así rendimos tributo al arte dominicano y creamos un espacio más para la difusión de nuestra cultura.
Ojalá y alguien me haga coro en esto.
Catarsis, catarsis.
«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».
Ojalá, ojalá.