Hoy apago 33 velitas. Dentro de la celebración y los agradecimientos, tengo que recordar que, justo el día que cumplía 13 años, en la misma ciudad donde vivo un grupo de policías «arrestaba» a un hombre que días antes había llamado a la desobediencia civil contra el fraude electoral realizado apenas diez días previos en República Dominicana. Ese hombre no era cualquier hombre. Era Narciso González, profesor universitario, decimero, articulista y hasta libretista, que era mejor conocido como «Narcisazo». Era el autor de «el pueblo se queja en verso», pasado dirigente estudiantil y luchador revolucionario. Mis recuerdos de aquellos primeros días cuando reclamábamos «que aparezca viva y sano» siguen encendidos. Hoy, que Narciso sigue desaparecido y no hay nadie tras las rejas por su desaparición; hoy que desde el Estado se quiso empujar la tesis del suicidio para excusar la responsabilidad que tuvo en el crimen, hoy solo nos queda recordarlo y seguir luchando por justicia.
Catarsis, catarsis.
«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».