“Sucede que a veces me canso de ser hombre”, dice Neruda en “Walking arround”, uno de esos textos poeticos que se han vuelto virales gracias a páginas como Cultura Colectiva y de los cuales uno dudaría su autenticidad si no es porque el mismo fue publicado en tiempos cuando Internet no era siquiera un proyecto y aparece en “Residencia en la Tierra” (de 1933, vayan ustedes a saber).
Pero sí, sucede que a veces uno se cansa de ser hombre, si entiende el adjetivo como reemplazo de humanidad (eran los albores del siglo 20, se incluía por antonomasia a la mujer y no existía “ni de relajo” el lenguaje inclusivo). Y los humanos, como seres racionales que pensamos, sentimos y manifestamos todo esto en distintas aristas de nuestro existir, recibimos el don del arte para expresar este cansancio que nos entrega el día a día.
Ya lo dijo Heidegger, “Cantar y pensar son los troncos cercanos del poetizar. Crecen del ser y se alzan hasta tocar su verdad”. Así que cantemos y pensemos, pues…
Volvamos a Neruda para decir que, así como su “yo poético” en “Walking arround” explota el cansancio y la exasperación de encontrarse atrapado en la rutina de una sociedad que parece no ofrecer alivio al dolor de existir, lo mismo se siente al escuchar “Muestra médica” EP debut de Oliber Delgado, quien asume sus iniciales en su proyecto solista OD.
Si asumimos como bueno y válido el leit motiv inicial, meditemos sobre esos instantes cuando nos cansamos de ser hombres. Supongamos que uno se levanta en un día cualquiera (¡Saludos, Virgilio Díaz Grullón!) sin saber qué hora es, pero con un solazo afuera que te da a entender rápido que estás tarde para el trabajo.
El trabajo. ¡Ay, el trabajo! Te tocan cada vez más horas de esfuerzo pero no estás dando abasto para llegar a fin de mes. Las cuentas suben y los dos o tres pesos que logras hacer no dan para nada.
¿Les suena?
Y entre tanta impotencia, lo único que queda hacer es canalizarla. Los griegos lo llamaban “Catarsis”: esto de hacer visible lo que nos duele para sanar. Más o menos esto es lo que hay en “Muestra Médica”.
El nombre no podía ser más apropiado: un poco de químicos sanadores, en la dosis gratuita necesaria para abrir el apetito. Como dicen los pushers: “la primera siempre es gratis”.
Haciendo un poco de memoria, recordamos el acercamiento a temas del día a día que tuvo en su primer proyecto, Buy3. Producciones como “Triste canción” y “Por siempre”, que definían desde temprano la aproximación lírica de Delgado. Lo que escuchamos hoy es una continuación, poco más de una década después, de aquello, así como el refrán que vincula a polvos con lodos.
Con un estilo llano y directo, sin muchas vueltas rebuscadas, “Muestra medica” es un paseo por aquella Calle Melancolía de la cual nos habló el flaco de Úbeda, con la consabida rebeldía que es propia del punk y las tersas suavidades adquiridas por las muchas influencias presentes en esta producción.
Lo musical es una delicia: partiendo de los propios atrevimientos musicales del artista y sus productores (José Bordas y Ariel Sanchez) se crea un melting pot al que han sido invitados The Clash, David Bowie y Joy Division, por mencionar unos cuantos.
Pero nada de copy paste. Aquí la muestra resulta de una innovación por combinación, que descansa principalmente en las cuerdas, teclados y sintetizadores. Todo rápido, muy rápido. ¡Que viva el posmodernismo!
Pasemos a la palabra cantada, un elemento que brilla por su ausencia en la oferta de muchos artistas actuales, no así en “Muestra medica”. Para muestra, estos botones.
Las letras de “La esquina”, tema que da inicio a esta producción, hace recordar aquel poema de Homero Pumarol, “Modern times”, que a su vez es un tributo a Bob Dylan. La mirada en tercera del singular será una constante en la pluma de Oliber, como veremos más adelante.
Pero mientras el mundo sigue su agitado curso, él seguirá haciendo lo suyo: “…y mientras todos ustedes opinan/cada cual con su filosofía/yo estaré haciendo mi música y bailando en la esquina”.
Seguimos paseando y llegamos a una contemplación de una humanidad cada vez más indolente desde la resiliencia que sólo es producida y provocada a través de los múltiples dolores, golpes y avatares del día a día. Hablamos de “Un día normal”, segundo tema y primer sencillo de la producción, que fue masterizado en Sugar Hill Studios, Houston (USA). La realidad caótica de la que uno siempre quiere escapar sin éxito. La (des)esperanza ante descubrir que, en efecto, los días normales están en el pasado y hay que intentar ser feliz con los restos del naufragio.
Planteamientos que van del existencialismo al nihilismo con papitas y refresco para llevar, porque esa es precisamente la impronta del siglo 21: si antes nada nos importaba, ahora nos importa menos, excepto lo esencial. Ya lo manifiesta Oliber en el tema No Somos Amigos: “No hay respuestas, tal vez no sé ni lo que digo/estamos todos contagiados con este virus”.
Cierto pesimismo hace acto de presencia en “Ridículo”. No es difícil hacer un paralelismo con una sociedad cada vez más sumergida en social media jugando un festival de máscaras al que no fue invitado pero donde hay que bailar, ya que aquí estamos. Mencionarlo es el primer paso para enfrentarlo, podrían decir los guruses de la autoayuda.
La contemplación es el eje principal de “Actívate” un tema excelente para levantar los ánimos a las cinco de la mañana cuando no quieres ir al gimnasio. De pronto, la voz narrativa exhorta desde la experiencia, “como si me estuviera mirando en el espejo” a despertar y a recorrer un camino que no parece sencillo (¿recuerdan “Un día normal”?) pero que no queda de otra que emprender.
Finaliza con el tema más extenso del EP, “las grandes mentes”, que musicalmente tiene toda la percepción de una expedición al Klama Hama que es nuestro cerebro, con especial detenimiento en los millones de sinopsis que ocurren por segundo.
Las guitarras lloran en wahwah mientras las palabras cuestionan que aquellas grandes mentes de este mundo en que nos ha tocado vivir ya “no piensan, obedecen”. De aquí es tal vez la cita más poderosa de todo el EP: “y orgullosos sus padres están/de que ellos entreguen su libre albedrío”. ¡Sablazo al hígado!
Estamos ante na producción cuidada y trabajada. Ahora que el “movimiento alternativo” en la música dominicana ha regresado por sus fueros, “Muestra médica” aporta a una variedad necesaria para enriquecer la oferta.
Música y letras para el cabeceo mental y emocional en cualquier momento del día a día para recordarnos que en estos “tiempos modernos” las epopeyas se libran en cada esquina sin cuartel y sin descanso.
Con excepción de «Un día Normal», todas las canciones de esta producción fueron masterizadas por Carlos Yael Santos y Sergio Cavalieri en Trunoyz studios de Miami, Florida. La misma ya está disponible en todas las plataformas digitales a partir de este primero de julio.
Catarsis, catarsis.
“Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo”.