A Grisbel Medina, por la inspiración original
Tengo 28 años y no le temo a llegar a 30. Soy diabético (aunque eso ya ustedes lo saben) y trato de que la condición no me detenga en mi afán diario de vivir plenamente. La mayoría (por no decir todos) de mis versos e intentos de poesía cargan consigo un pedazo muy doloroso de mí. Tal vez por eso mismo es que se me hace tan cómodo el término de «neotestimonial» para definir mi obra literaria. Creo en la unidad dentro de la diversidad, y trato de practicarla a diario. Soy tolerante para escuchar opiniones con las que no estoy de acuerdo, pero difícilmente cambie la mía. Me declaré agnóstico hace unos años y me siento cómodo con eso, aunque no me considero ateo. Eso sí, me incomodan un poquito las excesivas profesiones de fe (por eso he desarrollado cierta fobia a las iglesias). Una vez creí en el amor, hasta que varios desengaños se convirtieron en mi cable a tierra. Eso no quita que disfrute del sexo, pero ya aprendí a diferenciar. Puedo contar mis amigos de verdad con los dedos de una mano, y la mayoría están a un vuelo de distancia. Mi cuarto es un permanente desorden, y me gusta tenerlo así. Tengo un buen tiempo por terminar la carrera y algunas veces me deprime pensar que tengo que enfrentarme al trago amargo de algunos profesores que se creen la última coca-cola del desierto y saben menos que uno… cosas de la UASD. Soy muy crítico conmigo mismo y al mismo tiempo obsesivo-compulsivo con algunas cosas y a veces pienso que jodo demasiado… y en otras me da miedo molestar, cuestión que me ha traído problemas en varios ambientes. Puedo deprimirme con una facilidad increible, pero poca gente se da cuenta, salvo mis muy cercanos. Sé que mucha gente tiene dos caras respecto a mí, y prefiero guardar silencio al respecto, no porque me guste dejarme engañar, sino porque «no es bueno hacerse de enemigos que no estén a la altura del conflicto». Siento un poco de incomodidad cuando me toca ser testigo de manifestaciones públicas de afecto, pero trato de lidiar con ello mirando hacia otro lado. Me confieso resultado de todas mis experiencias y vivencias, incluyendo los años de estudio INTEC y UNAPEC, que me forjaron para ser más «open minded» en este mundo (Ser uno en Proyección ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado en mi vida… con todo y María Córdoba). Sé que el medio en el que me desenvuelvo es jodido y que fue mi elección, así que no me quejo por ello. Me encanta abrazar y que me abracen (de eso puede dar testimonio mi «evil-hugger sister» Yumari).
Como yo no creo en guitarras ni violines, quiero poner la casa en paz primero, antes de continuar con mis planteamientos de estos últimos días. Es muy bueno reclamar transparencia en el patio ajeno, pero muy dificil cuando la labor corresponde a uno mismo. Ojalá algunos por ahí sigan mi ejemplo.
Catarsis, catarsis.
«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».