Habías ido al aeropuerto a esperar a Silvano Lora, artista del pincel y del compromiso, quien volvía a su tierra del exilio. Te tocó observar cómo lo devolvían porque tenía «impedimento de entrada» (te imagino la rabia que debiste sentir al ver cómo a un dominicano le impedían estar en su propia tierra en aquellos doce años). Tu pluma no quiso quedarse callada. Sigue leyendo