¿Cuánto vale una vida?

Nada, al juzgar por los últimos hechos. Intercambios de disparos, muertos, heridos. El mismo modus operandi, la misma excusa: no se querían detener en lo oscuro y les dispararon. El propio gobierno llamando a la Policía a no dispararle a civiles. ¿Es que de buenas a primeras las vidas humanas son valor de cambio en el mercado? En estos días he escuchado varias versiones señalando que todo esto son conflictos internos dentro de la propia uniformada para «hacer brincar» al jefe de la PN, cosas que suceden cerca del 27 de febrero y el 16 de agosto, y yo no dejo de preguntarme «¿vale tan poco una vida a los ojos de los grises?» Que de buenas a primeras sean los civiles quienes tengamos que pagar las divergencias policiales es algo que a mí me tiene -insisto- con miedo. Con mucho miedo. Con un temor de estar fuera de mi casa después del anochecer hasta que la situación amaine. No quiero aportar mi vida a una discusión que no me incluye y que no me compete. No quiero ser la próxima víctima y que mi muerte sea en vano. Cuando vienen a ver, me tienen un expediente guardado y de tó…

Catarsis, catarsis.

«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».

Sentirse desprotegidos

En estos últimos días han ocurrido una serie de acontecimientos que nos hacen preguntarse seriamente si es que ya nos volvimos locos o si realmente ya el país se ha convertido una república de chivos sin ley… leyendo el desahogo de mi querida Judith Leclerc, me detuve en un comentario en particular. Aqui planteaba que lo peor de todo es esa sensación de que no hay gobierno, de que nadie nos defiende.

Y es bien fácil sentirse así. Cuando los «planes de austeridad» anunciados en un discurso ante los medios de comunicación se van a pique en un festival de nombramientos y «asesorías del poder ejecutivo», cuando en un colmado te cobran 10 pesos más por una tarjeta de llamadas, cuando las gomas del carro se te dañan por la excesiva cantidad de hoyos, o cuando los comerciantes deciden aplicar su propia versión del «si sube, sube, pero si baja no baja». Son muchos otros detalles, que ahora mismo se me escapan, pero que están allí, en el día a día.

Uno realmente no sabe ya ni qué pensar. Yo sigo insistiendo en que en este país hace falta una verdadera rebelión organizada de los sectores más golpeados (entiéndase, la clase media, que es la que más aguanta siempre y no tiene quien la defienda) para empezar a cambiar las cosas.

Catarsis, catarsis…

«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».

Ese es mi padrino

José Chez Checo, aparte de ser un intelectual de fuste, ex presidente de la Academia Dominicana de la Historia y de esos tantos historiadores que combinan el conocimiento del pasado con los temas que interesan a la colectividad, es mi padrino de bautizo, junto a Esther Abreu (su esposa, que además de ser excelente psicóloga es un gran ser humano).

De esto, aunque el lo sabe poco, me siento MUY orgulloso. De ambos.

Por qué traigo esto a colación? Pues bueno… ayer fue la inauguración del barrio chino. Un proyecto muy lindo y que representa en sí un reconocimiento a la influencia cultural y multisectorial que ha significado para nuestra media isla.

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FENATRANO no termina de cuajar conmigo

Entonces, cual es el chiste? El de impedir la productividad del pueblo y poner en riesgo los empleos de miles de dominicanos para lograr trancarle el juego al gobierno? Y así piensa Juan Hubieres llegar a la presidencia? No, hombre, no…

Es en estas circunstancias que más que nunca se hace necesaria la organización de todos. Sólo organizados podremos hacerle frente a los sectores que quieren cada vez más (Gobierno, partidocracia, pseudosindicalismo) hacernos la vida imposible.

Por eso me organicé. Y creo en la organización a la que pertenezco.

Desde Tocumen

(Comparto con ustedes lo que escribí en los pasillos del aeropuerto interncional Tocumen, en Panamá, mientras esperaba mi conexión para regresar a Santo Domingo el pasado jueves primero de noviembre. No habia tenido chance de colocarlo antes)

Noel me sorprendió el domingo mientras partía hacia Argentina. Al día siguiente, mientras trataba de adaptarme al ritmo rápido de mi estadía en Buenos Aires, la tormenta (que ni siquiera era un huracán de ninguna categoría) azotó el territorio dominicano con una furia incontenible, que fue mayor por el total y completo desconocimiento de la población.

 

Gracias a José María Reyes, jefe de redacción de Diario Libre que también participó de Nokia Nseries (r)evolution, me he enterado de algunos entretelones del suceso. Más allá de las cientas de víctimas extraoficiales, los innumerables daños a la propiedad y pérdidas de rubros agrícolas, lo que más me chocó fueron unas declaraciones del jefe del COE, General Luna Paulino.

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