¡Hasta siempre, Sonia Silvestre!

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No recuerdo exactamente cuando fue la primera vez que la escuché. Está en mis principales recuerdos de infancia. Con su cabellera rebelde y su potente voz en el Show del Mediodía o en Sábado de Corporán.

Eran los tiempos de «Corazón de Vellonera» y «Mi guachimán», composiciones con las que Luis Días inventó el «tecnoamargue». Y Sonia fue la voz que le dio voz (valga la cacofonía) a todo aquello.

Mi memoria registra como la primera vez que la vi en vivo el concierto «Un mañana para todos», en 1993, cuando Sebastian del Caribe lanzó el Club UNITE. Entre todas las canciones que cantó el pool de artistas (Maridalia, María Cordero, Jazmín Objío, Frank Ceara, José Antonio Rodríguez, Víctor Víctor y Manuel Jiménez) yo recuerdo a Sonia con una excelente versión de «Sueño de una noche de verano» de Silvio.

Todavía hoy cuando escucho «Si capturo al culpable de tanto desastre/lo va a lamentar/lo va a lamentar», lo hago con su voz.

Meses después, en ese mismo año, Sonia participó en la producción de «El Libro de la Selva» que hicieron Patricia Ascuasiati y Gracielina Olivero en el Teatro Nacional. No recuerdo bien cual personaje hizo pero sí recuerdo claramente la canción principal, que era la de advertir a todos los animales de la selva que Shere Khan, el tigre, venía en busca de Mougly, el cachorro humano.

Para ese entonces mi madre estaba casada con el papá de Patricia y, por cosas de la vida, la fiesta final luego de la última función se hizo en mi casa. Y allá fue Sonia, junto con todo el elenco (entre los cuales estaba Tony Almont y Domingo Villalona junto con Roy Tabaré, entre otros).

Recuerdo que me sentí super mega honradísimo de saberla en mi casa.

Crecí y seguí viendo a Sonia en varios lugares, en varios espacios y conciertos. En algún momento pensé en acercarme para bromear con el hecho de que el colectivo literario «El Arañazo» pudo haber sido influenciado inconscientemente por su interpretación de «Si pienso en nuestras canciones» (que todo el mundo llama «El arañazo») pero la oportunidad no se dio.

No estábamos preparados para su partida física. Nunca lo estamos, pero en el caso de Sonia, cuando figuras de su tamaño deciden ausentarse de nuestro plano, el asunto duele con mayor fuerza e intensidad.

En algunos minutos su cuerpo estará reposando en el Cementerio Nacional de la Máximo Gómez. Yo, desde este cielo tan irónicamente soleado, celebro su vida y su legado. Así la mantendré viva en mi corazón, al igual que quienes siempre la valoramos y reconocimos.

Que descanse en paz.

Catarsis, catarsis.

«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».