«Y una vez más, las palabras escapando de mi boca se hicieron carretera (…)».
D.C.
Algunos días, las fotos que habitan el subconsciente se antojan avaras de presencia, y hay que salir a buscarlas en los destinos más distintos y particulares. Mi trido vacacional, aparte de servirme para dormir la milla extra, probó ser la temporada perfecta para que brotaran alas de mis sueños y echaran a volar por la media isla.
Y hacia allá vamos, devorando el asfalto que recubre los distintos puntos cardinales. Sin brújula ni cronómetro, simplemente las ansias de conocer y volver a pasar por el corazón esas instantáneas que suelen empañarse o diluirse al caerles encima el ácido del olvido.
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