Arte contemporáneo, desde mi óptica

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Museo de Arte Moderno, Santo Domingo.

Érase una vez…

Así, como en los cuentos de los hermanos Grimm.

Un niño de ocho años tuvo el antojo de que lo llevaran a la entonces Galería de Arte Moderno a la 17ma Bienal Nacional de Artes Visuales.

Febrero de 1990 era la fecha. A su madre le sorprendió mucho tal idea, pero el niño quería ir, por lo que había visto en los anuncios de televisión (sí, en aquel tiempo había presupuestos para anunciar la Bienal en TV).

Para aquel entonces, las artes consideradas “clásicas” eran la principal tendencia en los tres pisos y sótano del evento: pintura, escultura, grabado, cerámica, dibujo… junto a una llamada “categoría libre”, cada vez más creciente, que incluía algunas disciplinas contemporáneas como la instalación, que el niño en cuestión no conocía.

(Años después, esa «categoría libre» desapareció para llamar a los lenguajes visuales por su nombre: ahí también entró el performance).

Les estoy contando mi primer encuentro con el evento de arte más importante de nuestro país.. o al menos el más antiguo. Fue apenas la segunda de las que se han convertido en incontables veces asistiendo al hoy Museo (MAM), y por esa misma línea mis contactos con “esa vaina” que ha devenido en llamarse “arte contemporáneo” y de la cual me declaro seguidor y ejecutante (mis trabajos en arte acción y performance desde 2008 pueden darles una idea de ello).

Todo esto viene a propósito de un debate que ha surgido (¿Dónde más?) en Facebook respecto a la pieza que ganó el premio del público en el 24to Concurso de Arte Eduardo León Jimenes.

Me refiero a “Te amo”, del santiaguero Carlos de León, obra que también ganó uno de los tres premios igualitarios, otorgados por un jurado compuesto por Ivo Mesquita, Director de la Pinacoteca de Sao Paulo (Brasil), María Inés Rodríguez, curadora del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) en México y María Elena Ditrén, Directora del Museo de Arte Moderno de Santo Domingo (MAM).

(Como dijo el director del Centro, Rafael Emilio Yunén, es la primera vez en los más de 40 años de historia de este evento que público y jurado coinciden en la premiación)

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Volviendo al tema, el debate empezó respecto a si esa pieza (mostrada de manera incompleta, pues solo se presentaba una fotografía frontal de la palabra “Te amo” escrita en caligrafía con balas calibre 380, sin incluir elementos adicionales que también formaban parte de ella) era o no arte. Más bien el primer comentario sostenía que “eso NO era arte, por más Centro León y concurso Eduardo León Jimenes”,

Tenía pendiente desde noviembre asistir al Centro para ver la sala por muchas razones. La primera estaba relacionada a mis amigos artistas seleccionados como finalistas (se escogieron quince artistas de un total posible de veinte): Jochi Muñoz, Sayuri Guzmán, David Pérez (Karmadavis), Citlally Miranda, Yoel Bordas y Polibio Díaz.

La segunda era ver cómo el nuevo método de selección estaba funcionando en su segundo intento (con un jurado que selecciona, cura y premia las obras) y a partir de un dossier y no necesariamente con obras terminadas (aunque sí se permitía, pero mostradas con un dossier que obligase a una reflexión del artista sobre su obra y su motivación).

De eso se ha hablado mucho y yo, cuyo trabajo performático me obliga a la conceptualización previa, no puedo estar más de acuerdo. Un artista que no pueda explicar qué hace y por qué lo hace, no va por buen camino…

Las estadísticas del concurso hablan de quince seleccionados (las reglas permitían hasta 20) de un total de 156 dossiers presentados por igual cantidad de artistas y colectivos dominicanos. Ya les dije quienes fueron los miembros de este jurado. Esto habla también de la importancia que conllevó ser seleccionado. Estos quince artistas eran una élite. Lo siguen siendo, en mi opinión.

No pude hasta el pasado jueves 17, cuando aproveché un evento del Centro y la Asociación Dominicana de Críticos de Arte  (ADCA) en el que se analizó este concurso y su dinámica desde la mirada de los críticos y además se procedió a avisar los ganadores del premio del público, que ya mencioné previamente.

Mientras el primer debate ocurría en el auditorio santiaguero, yo me escapé unos segundos para mirar la sala en silencio y tranquilidad, para poder empaparme con calma de todas las propuestas artísticas, incluyendo “Te amo” que, siguiendo la propuesta museográfica de los curadores, es la segunda en apreciar al entrar a la sala de exposiciones temporales María Asensio de León.
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Vamos pues a analizar primero la obra que generó todo este debate y la razón de este escrito. ¿Qué pasa con “Te amo”? Que a simple vista, y sin estar presente frente a ella, puede engañar por su sencillez y minimalismo. Pero si se le brinda una segunda mirada con atención y con los sentidos en posición de apertura (como yo planteo que debe hacerse con el arte contemporáneo) su discurso puede tumbarte como Marquez a Pacquiao.

Y aquí comparto una de mis primeras impresiones sobre el arte contemporáneo que hace precisamente que este me atraiga e interese: la cantidad de elementos que pueden considerarse “no convencionales” en una obra de arte tradicional aquí tienen plena libertad de conjugarse para brindar una experiencia completa.

Esta pieza en particular tiene dos principales, aparte de lo visual: sonido y proceso. No se puede pensar en esa pieza sin separarlos, porque son un acompañamiento fundamental. No se pueden “quitar” de la pieza porque SON LA PIEZA. Son tan parte de ella como el cuadro y las balas.

Al referirme a la performance art, he planteado anteriormente que me gusta pensar en la idea de “el proceso como parte importante de la acción, tal vez más que el resultado” (claro, el resultado es importante, pero en performance vale mucho el cómo se llega de A hasta B).

Una mirada similar tuve al ver estas balas, en total minimalismo, escribiendo un mensaje tan fuerte como “Te amo” en letras cursivas, mientras la campana sonora dejaba escuchar un loop de sonido de 5 minutos, donde se combina la canción «La carretera» en versión de Julio Iglesias, con unos sonidos de aplausos. El cuadro, aparte de las balas bastante brillantes, es blanco níveo. La primera, la primerita, referencia que me llega como espectador, es la denuncia del amor violento y los crímenes mal llamados “pasionales”.

Ya mencioné el sonido pero no he hablado del proceso. En esta pieza, la conceptualización previa es tal vez más importante que lo que vemos colgando de la pared. Esta conceptualización nos lleva a la historia personal del artista: su madre fue víctima de un crimen de este tipo. Nos encontramos pues frente a una propuesta artística que también sirve de catarsis.

Esto también tiene su validez en el resultado final: el pasado materializándose en el presente presenciado por el público: sobre el lienzo puse mi espíritu, aquí pasó algo y lo que ves es la huella” (y sí, estoy pensando precisamente en el lienzo resultante de la primera acción de la serie #YoSoyMemoria… después de todo, estoy escribiendo también en calidad de artista).

Carlos de León lo plantea en su “statement” publicado en el catálogo del concurso: “Asumo mi práctica desde mi experiencia (…) y a hechos que me han marcado de manera significativa. (…) Los replanteo en un nuevo contexto: mi catarsis”.

Al leerlo no pude evitar pensar en otro amigo performancero, Francis Taylor, quien en un encuentro sobre “arte acción y memoria” realizado en el Museo Memorial de la Resistencia, dijo que “yo trabajo un arte que me cure, que me sirva de curación”.

Respecto al minimalismo, Carlos de León deja manifestado que ese precisamente era su objetivo en una entrevista que concedió a la periodista y escritora santiaguera Daniela Cruz: «opté por sutilezas; el contenido por sí mismo tiene mucha carga emocional y de eso estaba consciente. No necesitaba decir más de lo necesario».

El arte contemporáneo, lo que ahora llamamos “contemporáneo” en ocasiones requiere más que lo visual. Se convierte en una experiencia donde entran en juego elementos para los demás sentidos. “Interiores” de Polibio Díaz, ganadora del premio editorial en la V Bienal del Caribe del 2003, incluía un radio de pilas encendido con la invitación al público de no bajar el volumen y cambiar la sintonía.

Preguntado al respecto, Díaz responde “Quise provocar”. Y en esto coincide también mi amiga actriz y performancera Nancy Vizcaíno: “arte es provocación”. Un elemento del cual espero hablar más adelante, pero que quedó claro desde que Leibi NG planteara que la pieza de las balas “no era arte”, siendo secundada por un vasto grupo de personas, incluyendo a Rosa Silverio (que han sido quienes han llevado la voz cantante en tal sentido): le provocó opinar. La peor maldición para un artista es la indiferencia.

Y lo que menos ha habido en la conversación que ya lleva más de dos días es indiferencia. Seguimos.

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En 2011, el Centro León (¡precisamente el Centro!), junto con la Colección Patricia Phelps de Cisneros, presentó en sus instalaciones la exposición “¿Qué es el arte moderno para ti?”, como parte de su plataforma educativa “piensa en arte”, iniciativa desarrollada por la Fundación Cisneros, cito, “para fomentar el proceso activo de pensamiento crítico y creativo similar al que aplican los artistas al idear y desarrollar sus obras”.

Me permito citar una frase del brochure que se impartió durante el evento: “El arte permite una multiplicidad de perspectivas para abordar e interpretar el mundo”.

Enfatizo yo ahora: multiplicidad de perspectivas. Una posibilidad que adoro trabajar en la palabra escrita, en poesía o narrativa. Esto también me lo brinda el arte contemporáneo desde sus distintas vertientes.

¿Cómo yo miro el arte contemporáneo? Pregunta difícil de entrarle, pero partiré desde mi observación primero como público y luego como artista.

El arte contemporáneo es trabajar las ideas con sentido artístico aprovechando todos los elementos que el artista tiene a su disposición. Es convertir en arte aquello que a primera vista no puede ser. Es redescubrir. Es re-escribir. Es replantear. Es hacer poesía con los recursos visuales a mano.

Como artista, veo el arte contemporáneo como un proceso cuyas huellas son las que el público observa, pero en donde al trayecto de A hasta B tiene la misma importancia artística que lo plasmado sobre el lienzo, la piedra, el papel o la documentación fotográfica/videográfica. La cotidianidad vestida de arte. Una forma de replantear y repensar nuestra identidad desde una visión crítica y que motive de forma directa y fuerte a una reflexión.

Antes de finalizar, considero pertinente aclarar que no estoy pretendiéndome como la última autoridad porque para empezar ni lo soy ni quiero serlo. Estoy hablando desde mi experiencia asistiendo a museos, tomando talleres, conversando con compañeros y amigos artistas, y más que nada leyendo y viendo todo el arte que me sea posible.

No soy quien para juzgar qué es o no es arte, pero sí he aprendido que, igual que le dije a una señora en la galería de Design District donde se efectuaba el Miami Performance International Festival en julio 2012, al arte contemporáneo “hay que entrarle con la mente abierta, dispuesto a dejarse sorprender”. Así hice en esta única visita al salón del 24 Concurso de Arte ELJ, y no me arrepiento de haberlo hecho.

8 horas, foto Francis Taylor

…y mi pieza favorita del concurso fue “8 Horas” de Jochi Muñoz.

Catarsis, catarsis.

“Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo”. 

8 comentarios en “Arte contemporáneo, desde mi óptica

  1. Lejos de la posibilidad de juzgar, caracterizar o ponderar con criterios técnicos autorizados y pertinentes me aproximo a las artes como un simple observador que no puede más que conmoverse o no ante una obra concreta.
    Fanático de las exposiciones, tengo que confesar que mis íntimas conmociones y percepciones suelen diferir de las generalmente expresadas por críticos y observadores calificados de las artes visuales.
    Una obra me puede gustar o no, casi nunca tengo argumentos para explicar por qué y muy pocas veces me pregunto la razón.
    Me guste o no una obra me puede conmocionar, convocar a la reflexión, dejarme indiferente y en ocasiones provocarme repulsa. Siempre trato de encontrar los por qué tanto en la obra como en mí.
    Juzgar una obra que debe verse y vivirse de manera presencial y en el contexto en que se expone por una fotografía de la misma implica simplificación y prejuicios y no permite ni a expertos ni a neófitos formular observaciones objetivas. Tampoco impide que se desarrollen desde las concepciones, sensibilidades y juicios preexistentes sensaciones e inclinaciones de aceptación, indiferencia o rechazo.
    Para la valoración objetiva y subjetiva es necesario estar ante la obra y en su contexto.
    Lo que pude percibir en frío desde una simple fotografía no me gustó, pero eso no significa que califique la obra como buena o mala; tampoco que la catalogue o no como arte, tema en el que además no estoy calificado.
    Creo que tu artículo arroja luz y constituye un aporte.
    Gracias Alexéi por compartirlo.

  2. Alexéi, estoy en pie desde temprano pues, como sabes, estoy algo chueco de un ojo y tengo que echarme unas gotas, y como es habitual, prendo esta máquina para chequear mis mensajes y vi que la Dear querida Nanzy compartió en mi muro un escrito tuyo. Como no me arriesgo a leer cosas largas por como estoy de la vista, sólo me limité, por el momento, a darle una miradita comprobando que me va a apetecer leerlo con detenimiento. Al llegar al final del mismo la emoción me embargó. ¡Me hiciste el día! Muchas gracias por esta deferencia.

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  4. PUDIERA ESTAR EN DESACUERDO CON CUALQUIER FORMA DE ARTE QUE NO ME REMITA A LO ACADÉMICO DEBIDO A MI FORMACIÓN COMO TAL, PERO NO ES ASÍ. CREO QUE COMO DIRÍA OSCAR NIEMEYER SOBRE LA ARQUITECTURA, «NO HAY NI ANTIGUA NI MODERNA,SINO BUENA O MALA», DE IGUAL FORMA EN EL ARTE PIENSO YO.

    CREO QUE EL ARTE SE MIRA CON LA EXPERIENCIA QUE TRAE CONSIGO EL INDIVIDUO QUE LA CONTEMPLA. FRENTE A UNA OBRA COMO FRENTE A UN OCASO U OTRO FENOMENO DE LA NATURALEZA, SE DETIENE EL ESPECTADOR POR QUE LE MUEVE, LE INTRIGA Y A VECES PORQUE QUIERE DARSE EL LUJO DE PERPETUAR SU MIRADA EN BUSCA DE HALLAR ALGO QUE A PRIMERA VISTA NO OBSERVA.

    SI ES O NO ES ARTE UNA OBRA EN CUESTIÓN, NO ES COSA DEL ESPECTADOR DECIDIRLO, NI SIQUIERA ES DE LOS «EXPERTOS». SOLO LO PUEDEN DEFINIR UNOS CRITERIOS, QUE UNOS EXPERTOS ELABORAN PARA QUE LE SIRVAN DE REGLAS Y CON ELLAS ASÍ HACER IRREFUTABLES SU DECISIÓN O VEREDICTO.

    EL ARTE, AUN CUANDO SEA ACADEMICISTA, ES Y SERÁ SIEMPRE SUBJETIVO. Y CADA QUIEN LO ENMARCARÁ EN SUS PROPIOS CRITERIOS DE AVANZADOS O DE LIMITADOS CONOCIMIENTOS.

    CONSIDERO QUE DESBOCARSE A CALIFICAR O DESCALIFICAR UNA OBRAS ARTÍSTICAS PARTIENDO DE GUSTOS O DE POSICIONES ESTILISTICAS PREDILECTAS, NO ES DE BUEN PENSAR EN FAVOR DEL MISMO ARTE, AL CUAL SE LE HARÍA UN SERVICIO FLACO EN TAL SENTIDO.

    CONSIDERO OPORTUNAS DESDE LUEGO, QUE ESTA DIALÉCTICA SOBRE LA EXPECTACIÓN DEL ARTE, PUES PERMITE ARROJAR OPINIONES EN FAVOR DE SENSIBILIZACIÓN Y EL ENRIQUECIMIENTO CULTURAL Y DE LO VISUAL EN EL ARTE Y DE LA DISCUSIÓN EN CUESTIÓN.QUE SE VENTILA.

    GRACIAS ALEXIS POR PERMITIRME EXPRESAR MI OPINIÓN:
    LIC. MANUEL TORIBIO
    PROFESOR DE ARTE, ENAV
    https://www.facebook.com/TALLERESTUDIOMANUELTORIBIO

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