Por la libertad de expresión

Estos han sido días de intolerancia por parte del gobierno. Si no de las autoridades, al menos de sus funcionarios y encargados de seguridad. Desde las intimaciones de Euclides Gutierrez Félix contra Nuria Piera y sus anunciantes por las denuncias de esta última sobre presuntos actos de corrupción del primero hasta detalles diminutos como lo ocurrido contra el doctor Wazar Gómez en San José de Ocoa y con el periodista Máximo Laureano en Santiago. Puede ser que desde esas mismas altas instancias digan y re-digan que «el gobierno ha garantizado y garantizará la libertad de expresión», pero las acciones han demostrado lo contrario. Sobre todo en no castigar estos asomos de intolerancia y limitarse a la censura y a la mínima amonestación cuando la situación toma tan altos matices que pueda provocar problemas electorales (el propio caso de Euclides).

Frente a eso, un grupo de periodistas y comunicadores sociales altamente preocupados por este matiz están convocando a una manifestación pacífica en reclamo del respeto a la libertad de expresión y contra estos ataques que ya hemos mencionado (siendo el de Euclides el que provocó el encendido de las señales de alarma). La convocatoria es el viernes 2 de septiembre a las 5:30 de la tarde,  en el parque Rubén Darío (mejor conocido como «La Lira»), ubicado en la intersección de las avenidas Abraham Lincoln y Lope de Vega. La convocatoria está abierta para periodistas y cualquier persona que comparta la preocupación por las acciones que buscan coartar la libre expresión.

Si bien yo ya me he manifestado no muy de acuerdo con el abuso que se le ha dado a este espacio para este tipo de manifestaciones, no puedo cerrarme a una protesta respecto a un tema que me atañe como periodista y como militante de utopías. Estaré allá junto a mis colegas y a quienes entienden que la libertad de expresión es el derecho más importante de todos como ciudadanos.

Catarsis, catarsis.

«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».

Estremecimiento

Estoy impactado, y absolutamente consternado. El enterarme del asesinato del productor televisivo Miky Bretón ha sido un trago amargo para empezar esta semana. Pero mayor ha sido el impacto de ver cómo algo tan horrendo como una muerte brutal (a cuchillazos) ha sido reducido a algo banal, e incluso cómo se ha pretendido minimizar hasta cierto punto con «ah, eso es un crimen pasional». Como si por ser «pasional» dejase de ser crimen. Como si la vida de un ser humano (por demás talentoso) valiese tan poco. Por eso temo al informe policial. Por eso temo a que ya hayamos querido juzgar banalmente sin tener todos los detalles y los elementos. No me gusta adelantarme a acontecimientos. Ojalá que la investigación logre los resultados y que haya justicia para Miky, a quien no tuve el privilegio de conocer, pero cuyo trabajo siempre admiré (principalmente el realizado en aquellos días cuando estaba en «Al filo de la vida» con Nuria Piera).