“Un pasito para atrás
ay, que miedo que me da
porque ya yo me olvidé
donde puse el otro pie”
María Elena Walsh.
Como artista, como escritor y como ente pensante de una sociedad en constante ebullición, no puedo quedarme callado ante las situaciones por las que están atravesando nuestro país y el resto del planeta.
Al igual que muchos otros dominicanos, fue grande mi sorpresa y aún mayor mi indignación al escuchar al presidente dominicano, Danilo Medina, expresar en la parte final de su discurso con motivo de sus primeros cien días de gobierno: “no debemos tirar pedradas hacia el pasado”, en una referencia tácita a los reclamos de justicia ante la corrupción y la impunidad del gobierno anterior.
Para los dominicanos, tales frases fueron un sinónimo de “borrón y cuenta nueva”, un concepto que implica olvidar los delitos de las pasadas administraciones y empezar de cero.
Desde mi postura de escritor, la “piedra” comenzaba a cobrar también otros conceptos, más allá de los “ladrillos” en los que nuestro presidente nos proponía convertir esas piedras, en una suerte de transmutación posmoderna, “para construir el futuro”.
Pero, ¿cómo podemos construir un futuro sobre la base de un pasado inexistente? Tarde o temprano, los errores del pasado nos la harán más difícil.
Así las cosas, desde mi esquina de artista de la palabra y la acción, comencé a visualizar todas las metáforas posibles. Las piedras como escollos en el río, que impide la navegación, del mismo modo que lo escribió el jefe Scout mundial, Lord Baden Powell of Guilwell en su libro “los escollos de la vida”. Las piedras del pasado que nos dificultan avanzar como nación. Las piedras como discurso cuando son enviadas por el aire por los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo contra una Policía Nacional entrenada para matar. Las piedras en el camino que obligan a retrasar el paso. La piedra como argumento. Las piedras juntas formando una muralla que impiden el paso (“para hacer esta muralla/tráiganme todas las manos…”)
La piedra como nuevo símbolo nacional.
Hace un tiempo había decidido realizar toda una serie de acciones performáticas bajo el nombre “#YoSoyMemoria”, en el cual apelaría desde mi esquina del action art a la premisa de “los pueblos que no conocen su historia están irremediablemente condenados a repetirla”. La serie estaba supuesta a reiniciarse en 2013. El tiempo, gran albañil, se me adelantó.
Mi aporte al recuerdo, mi forma de decir “aquí no nos hemos tomado el jarabe para la amnesia”. La frase de Danilo Medina, pues, activó el dispositivo para concebir este trabajo con el que despediré el año 2012. Para recordarle al gobierno que para que haya justicia social, primero tiene que haber justicia.
Esta acción se une a los distintos “calentamientos” que se estarán haciendo a principios de diciembre para la actividad del día contra la corrupción, el domingo nueve en el Obelisco “Hembra” del Malecón.
He seleccionado el parque Duarte por segunda vez debido a la trascendencia que ha tenido en la historia de la resistencia dominicana durante los últimos quince años.
Catarsis, catarsis.
«Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo».