Periodismo no es (ni debe significar) patente de corso

Palacio-Nacional-interior1

(A Mabel Lemoniel, con mi solidaridad)

Amo mi profesión. Tal vez por eso es que he decidido reintegrarme “full time” a la Universidad para sacar mi título. Confieso que me metí a la carrera más que nada pensando en una forma de ganarme la vida con las palabras dado mi amor por la literatura, pero al final mi pasión por la información y la memoria ha equilibrado. En fin…

La cuestión es que todo lo vinculado al periodismo y a la libertad de expresión también es parte de mi lucha. No en vano las actividades de cada 17 de marzo, aniversario del vil y cobarde asesinato de Orlando Martínez, hicieron mella en mi corazón de niño, allá por 1987.

Y una vez más, tengo que explicar a qué viene todo este introito. En fin… parte de lo que he aprendido con maestros de la Escuela de Comunicación Social en estos diez años está vinculado directamente a un pensamiento y visión críticas de todo lo que nos rodea, incluyendo la propia profesión.

Parte de ese pensamiento crítico me ha hecho pensar en cómo la labor periodística ha crecido silvestre y descontrolada, cómo de pronto -amparados en la supuesta libertad de expresión y en otras libertades que han costado mucha sangre- pretendemos que tenemos patente de corso para hacer de todo. No es en vano que la palabra “PRENSA” en cualquier vehículo se ha prostituido a niveles que ya los policías detienen cualquier automóvil que la lleve.

(Aquí llamo a mis colegas a pensar en esto… ¿cuántas veces no nos hemos salido con la nuestra argumentando que somos periodistas? A veces queriendo, otras sin querer… pero sucede. El temor que le tienen los poderes auténticos y fácticos a la prensa es tan tal, que bajan la cabeza, miran para otro lado y nos dejan hacer).

Ahora el lío está vinculado al control del movimiento de los periodistas en el Palacio Nacional y a las declaraciones que al respecto hizo Mabel Lemoniel en Twitter desde su cuenta @mabeleishun.

De entrada les confieso que si la propia Mabel no me envía los enlaces no me entero. Para empezar, en estos días he estado alejado de Twitter por una serie de decisiones personales y problemas de mi teléfono móvil con la aplicación. (Muy a mi pesar, porque adoro Twitter).

Al leer esta “noticia” de El Nuevo Diario (y esta otra en El Caribe), no pude entender exactamente qué querían decir. No ví lo “noticioso” de esto, y más bien (golpes en el pecho, porque sé que algunos colegas dirán que estoy vendiéndome) siento que decir que lo dicho por Mabel “pueda interpretarse como una información oficial” es un exceso de epidermis sensible.

A mí me gustaría saber -de hecho, pienso averiguarlo desde que llegue la luz- respecto a los protocolos para quienes cubren la fuente de la Casa Blanca en Washington o Casa Rosada en Buenos Aires, Fortaleza en San Juan PR y cualquier sede del gobierno. ¿Les dejan andar por ahí, en las oficinas? ¿O más bien se están limitados a las áreas específicas creadas y concebidas para ellos?

Nunca he estado en la Sala «Orlando Martínez» del Palacio Nacional, pero sé que cuentan con un espacio que incluye computadoras con conexión a Internet para que se puedan enviar notas y fotografías desde ahí (varias horas me hizo esperar en el parqueo del Palacio un colega de Listín Diario cuyo nombre prefiero olvidar un día que yo andaba con prisa pero él se quedó haciendo hora mandando una nota que perfectamente pudo haber enviado sentado desde su escritorio y habían instrucciones de «esperarlo el tiempo que fuera prudente»).

La queja ha sido respecto a que el controlar el movimiento de los periodistas es una restricción a la libertad de expresión. Yo me pregunto si en estos tiempos de teléfonos móviles, WhatsApp, SMS y demás mecanismos de comunicación es tan dificil que un periodista pueda llamar a una oficina que funcione dentro de Palacio para gestionar cualquier declaración o reacción, o simplemente pedir el acceso a determinada oficina desde la sala de prensa, que ya existe para esos fines.

Siendo honestos, no sé en qué “limita la labor de la prensa” controlar la movilidad de los colegas por los distintos espacios del Palacio Nacional. A menos que ocurran situaciones extraordinarias aquí, la decisión conlleva incluso un punto de logística y seguridad interna.

Tal vez me estoy pasando de burócrata o exagerado con el protocolo, pero… ¿por qué será que los periodistas en serio hemos terminado creyéndonos que tenemos derecho a hacer lo que nos plazca, amparados en esa “libertad de información”? La indignación de quienes cubren la fuente palaciega es simplemente una muestra más de esto.

Conozco a Mabel Lemoniel. He tenido ese privilegio de hacerlo, primero por las redes y luego en persona. Sé que Mabel defiende sus puntos de vista hasta las últimas. ¿Que a veces puede herir susceptibilidades? No lo niego. ¿Que en otras puede ofender? Es un riesgo que se toma cuando se debate.

He leído los artículos donde se le ataca y lo único que he visto es a Mabel refutando y opinando con la misma intensidad que siempre lo ha hecho en Twitter.

Quienes la conocen y la siguen (supongo que ahí estará el mismo periodista que en su momento me llamó “intolerante” por no coincidir con unas opiniones moralistas del editor de espectáculos del medio donde labora y reaccionar al respecto) deben saber que así es ella. Sobre todo los periodistas que cubren la fuente. Supongo que también -al tratarla en persona, dado su trabajo en la oficina de prensa de la Presidencia de la República- sabrán también de cómo ella suele opinar en Twitter:

Yo he sabido debatir con Mabel, debates bien fuertes, argumentando y diciéndonos de todo pero con respeto. Al final del día, yo sé que nuestras afinidades son más (y pesan más) que las divergencias.

Entonces, ¿por qué de pronto crucificarla a ella por una serie de comentarios que emitió a título personal? Hasta donde yo sé (y perdónenme si peco por ignorancia u omisión) Mabel no es funcionaria de la oficina de prensa -aunque trabaje en ella-, simplemente emitió unos pareceres personales en una cuenta personal, que no necesariamente podrían ser ofensivos.

Habló respecto a un comportamiento que debe ser controlado en pos del buen funcionamiento de una oficina pública (así sea esta el Palacio Nacional). Tal vez ella debió ser más comedida en lo que planteó, pero no como para que los periodistas que cubren la fuente actuaran de la manera que he visto y leído.

Por consiguiente, ¿no sería justicia rectísima (aquí me da con parafrasear a Shakespeare) reconocer que se han pasado un poquito de la raya al querer desquitarse de esta reglamentación con ella? ¿No será que de pronto han preferido usarla como chivo expiatorio para desquitarse lo que no han podido con el director de prensa de la Presidencia?

Sean estas líneas pues la manifestación de mi apoyo, como periodista, para mi querida @mabeleishun. Algunos dirán que estoy atentando contra mi clase, pero amor no quita conocimiento. Es hora de que dejemos de escudarnos en las libertades como una licencia para matar.

Ojalá que mis colegas puedan comprender todo esto que acabo de plantear (incluso el mismo que me llamó intolerante cuando lo que él estaba pidiendo es que yo fuese pendejo) y no piensen que estoy «suicidando» la clase. Ojalá.

Catarsis, catarsis.

“Esta es mi verdad, y con mi vida la defiendo”.

5 comentarios en “Periodismo no es (ni debe significar) patente de corso

  1. las clase no se suicidan de maner literal, pero hay muchas formas de hacerlo: cuando un profesional procede fuera de la etica, cuando no se respeta, cuando hace su trabajo de manera chapucera esta atentando (a muerte) contra su clase. De todos modos, aunque Mabel hablo a titulo personal pienso que se le fue un poco la mano (literalmente, porque escribio) con los epitetos y los calificativos (aun cuando tuviera razon)

    • seria interesante que argumentaras… por aquello de que ademas de miseria moral, sufro de ceguera argumentativa. principalmente porque a mis casi tres paginas de argumento has respondido com una linea. bienvenido sea el debate.

  2. Yo por igual estoy claro de que a Mabel se le montó el «margaritacedeñismo» y olvidó que estaba debatiendo en un medio público. Sin embargo, yo he trabajado en Palacio y doy fe de que lo que ella denunció no son inventos. Una parte importante de los periodistas que cubren esa fuente son profundamente ligeros e irrespetuosos del lugar en donde se encuentran y de las personas que allí laboran. Sin embargo, ellos prefieren «indignarse» en lugar de reflexionar sobre su comportamiento. Gracias, Alexéi, por ser periodista pero primero ser sensato.

    • lamentablemente, la indignación siempre vendrá primero (o será lo único) que la reflexión y autocrífica. y antes de que me cruficiquen, estoy refiriéndome a mí también.

Deja un comentario